Después de eso vino Peke I. Se lo compramos a una criadora ciega llamada Susy. Era el más pequeño de la camada y de un color distinto. Por eso lo escogí y lo llamamos Peke. Peke se convirtió en mi mejor amigo, hacíamos todo juntos. El martes 2 de Noviembre de 1997 salí a pasear en bici con mi papá y mi perro. Ese dia no llevaba correa. Yo quería ponérsela pero no la encontré y mi papá dijo que no era necesaria, que el sabía andar sin correa, era verdad pero no vio la camioneta, le estalló la cabeza, la sangre manchó mis tenis blancos.
Después de eso sólo me aguardaron muchos meses de lindas sesiones con la psicóloga de la escuela.
Esa navidad, dentro de una canasta , recibí a Peke II. De cachorra tenia un color muy extraño, tenia el cuerpo color café “champaña” (si es que eso es un color)y el hocico y las orejas negras como el carbón, además tenia también una raya negra a lo largo de todo el lomo. Peke estuvo a mi lado 13 años, en los que aprendimos a querernos y comprendernos, tuvo 2 hijos, Kinder (PekeIII) y Mosel (Peke IV), Kinder murió de bebe y me quedé con Mosel.
Cuando Lucky llegó a mi vida, acababa de perder a Peke. Los últimos años de su vida Peke había empezado a desarrollar un tumor debajo de la axila. El veterinario había recomendado no operarla, porque Peke ya era muy vieja y nadie esperaba que viviera mucho más. Pero un día me di cuenta que se había empezado a formar una pequeña yaga en el tumor y tuve que escoger entre dejar Peke se ayagara y sufriera o operarla a sabiendas que posiblemente no volviera a despertar.
La tarde antes de la operación llevé a Peke a un parque, pasamos toda la tarde juntas y comimos unas gorditas que había comprado antes. Hablé con ella y le dije que la amaba, que me disculpara si alguna vez no había sido buena ama y sobre todo que si llegase a morir en la operación, que me saludara a todos mis demás amigos y les dijera que de igual manera los seguía queriendo y extrañando. Le dije eso porque siempre he creído en el cielo de los perros desde que perdí a Peke I. Mucha gente también lo cree. Dicen que hay un arcoíris y que al otro lado están ellos. Cuando muera no quiero ir al cielo, quiero ir alla.
Sé que si Lucky hubiera conocido a Peke, hubieran sido buenas amigas. Pero de cierta manera si la conoció pues Mosel aun vive y, aunque ya tiene más de 10 años, aun sabe poner a todos en su lugar. Cuando perdí a Peke I tenia miedo de tener otro perro, no quería volver a sufrir. Mi mamá me dijo que todos los perros eran iguales, que con la nueva también podría salir a jugar al parque. Pero no es verdad, cada perro es diferente aunque sea de la misma camada, cada uno te enseña algo distinto.
Es triste pensar que la mayoría no vive más de 15 años. Siempre me ha parecido muy poco tiempo. Sin embargo es increíble como alguien puede cambiar tu vida tanto, para eso no se necesitan 100 años, hay quien puede hacerlo en sólo un segundo o un instante, con una mirada o una sonrisa y los perros, supremos maestros en el arte de vivir el momento, no necesitan vivir más. Las personas luchamos toda la vida en aprender a amar y a llevarnos bien, nos cuesta compartir y disfrutar los pequeños momentos. Pero los perros ya nacen sabiendo hacer todo eso. No creo que vengan al mundo a aprender sino a enseñarnos por eso se van tan pronto y por eso, jamás los olvidamos.
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Nuestra última tarde juntas |
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